La transformación de un territorio

El regadío del Garrigues Sud lleva vida a la Catalunya más deprimida

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BELLAGUARDA

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Los olivos están a rebosar de aceitunas. Verdes, orondos y perfumados, los frutos están tan prietos –las lluvias que han caído los últimos meses les han dado consistencia y peso– que consiguen doblar las ramas más flexibles. La cosecha de aceite del próximo otoño se prevé razonablemente buena. Sobre todo ahora, que se podrá regar.

«No se imagina usted la impotencia que suponía, años atrás, ver cómo se malograban las producciones mientras esperábamos que lloviera», relata Marcel Vidal, payés de Bellaguarda y auténtico maestro en cata de aceites según aseguran sus convecinos. A sus fincas llegó ayer, por primera vez, el agua de un nuevo sistema de riego, el del Garrigues Sud, que, cuando esté definitivamente terminado, suministrará agua a 10.750 hectáreas de tierras. Son posiblemente las tierras más empobrecidas y despobladas de Catalunya, situadas en el triángulo que forman Les Garrigues, la Ribera d'Ebre y el Priorat.

En los campos de Bellaguarda, filas y filas de árboles antiguos cubren un paisaje de lomas suaves, tierra árida y un sol que no da tregua. En el pueblo, de calles empedradas y casas solariegas en venta, aún hay una veintena de niños que acuden a la escuela local. Todo un privilegio en esta Catalunya, donde los colegios amenazan con cerrar cada cambio de curso y los jóvenes, si no se colocan como funcionarios, se marchan a residir a lugares con más oportunidades de salir adelante.

TIERRA DE OLIVOS Y ALMENDROS / «El riego permitirá que las cosechas sean estables, mejorará la calidad del aceite y asegurará también la producción de las almendras», preconiza el alcalde de la localidad, Josep Ramon Mateu. «El agua –agrega el edil– hace también que la viña tenga un mayor rendimiento y hasta nos dará la posibilidad de aventurarnos con nuevos cultivos». Los payeses pasarán a disponer entre 600 y 700 litros anuales frente a los aproximadamente 350 litros que, de media, les aporta el régimen de lluvias de la zona. Eso, pronostica Mateu, pondrá freno, por fin, a la progresiva despoblación del territorio.

«Aquí, desde siempre, hemos vivido de los cultivos de secano, del olivo, del almendro, de la cebada y el trigo y, últimamente, de algo de viña», explica Jacinto Domingo, extrovertido y grandote, mientras inspecciona las grandes tuberías azules de la estación de bombeo que han construido a las afueras de Bellaguarda. Una de las fincas de su familia fue escogida ayer como la primera parcela en regar del nuevo sistema, que toma agua del embalse de Flix (en el río Ebro), la impulsa hasta 700 metros de altura y la distribuye por un buen tramo de esa Catalunya sin niños. «A ver si ahora los jóvenes empiezan a quedarse en el pueblo», suspira Domingo.

De esa misma agua ya se suministraban 5.200 hectáreas de Flix (Ribera d'Ebre), Bovera y La Granadella (Garrigues), pertenecientes a unos 800 propietarios. En la cuarta etapa, la que se puso ayer en marcha, se beneficiarán otros 850 payeses, dueños de 5.500 hectáreas de Bellaguarda, Els Torms y Juncosa (todos en Les Garrigues). Las expectativas que ha generado la llegada del agua son tan elevadas que algunos agricultores de Ulldemolins (Priorat) han expresado su interés por adherirse al Garrigues Sud. «Habrá que estudiarlo, valorar si técnicamente es posible y económicamente viable», respondió ayer el subdirector general de Infraestructuras de la Conselleria d'Agricultura, Antoni Enjuanes.

EL PRECIO DEL AGUA / Solo una objeción plantean los payeses. El precio que han de pagar por el suministro es uno de los más caros de Catalunya, «por culpa de la electricidad que se requiere para impulsar, mediante un sistema de bombeo, el agua desde Flix», afirma Joan Abella, presidente de la comunidad de regantes. Abella reclama la creación de una tarifa eléctrica agrícola, que les permita reducir gastos, en un momento, en que los precios de los productos agrarios «han bajado entre un 30 y un 40%», dijo. «La agricultura tiene esos altibajos», le replicó ayer elconsellerde Agricultura, Joaquim Llena. Junto a él, el presidente José Montilla, que abrió el grifo del agua en Bellaguarda, evocó su Córdoba natal, tierra también de emigrantes, ante los paisajes de olivares de Les Garrigues. Montilla, convencido de que infraestructuras como la inaugurada ayer frenan la pérdida demográfica, recordó que entre el 2007 y el 2010 la Generalitat ha puesto en riego 19.397 nuevas hectáreas hasta ahora de secano.